Por: Julio Foyaín
En forma general y muy resumida, el comercio mundial de bienes y servicios alcanzó en 2024 un volumen récord cercano a 33 billones de dólares, con un crecimiento anual moderado alrededor del 3–4 % (unctad.org). Esta expansión fue impulsada principalmente por el sector servicios (+9 % en 2024, unas 700 MM USD adicionales) mientras que el comercio de bienes creció alrededor de 2 % (500 MM USD), según información también de la UNCTAD. Se presentó una fuerte caída por la pandemia y el repunte en 2021–2022, el avance continuó en 2024 aunque desacelerándose en la segunda mitad del año. A pesar de las tensiones geopolíticas y políticas proteccionistas vigentes, la mayoría de las regiones reportaron crecimientos positivos en 2024 (solo Europa y Asia Central muestran retrocesos). Sin embargo, persisten desequilibrios notables: Estados Unidos mantiene grandes déficits con China y la UE, mientras que la Unión Europea cerró 2024 con superávit comercial. Según la UNCTAD, el comercio global se estabilizó a inicios de 2025, pero continúa la incertidumbre ante posibles nuevas medidas proteccionistas (por ejemplo, cambios arancelarios repentinos como se está observando en EE.UU.).
En forma específica, ya en el ámbito agrícola y agroindustrial, el comercio de productos agrícolas básicos ha mostrado notable resiliencia tras las crisis recientes. Las Perspectivas Agrícolas 2023-2032 de la OCDE y FAO proyectan un crecimiento mundial del comercio agrícola de apenas 1,3 % anual en la próxima década (fao.org), muy por debajo del ritmo de la década previa. Esto refleja una demanda más lenta y un menor crecimiento poblacional global. En el corto plazo, las perturbaciones como la pandemia y la guerra en Ucrania afectaron el comercio de cereales y oleaginosas (por ejemplo, al principio la exportación ucraniana casi se paralizó), pero luego iniciativas multilaterales (como el acuerdo de cereales del Mar Negro) y rutas alternativas (corredores de solidaridad de la UE) ayudaron a restablecer los suministros (oecd.org). No obstante, muchas naciones recurrieron a restricciones temporales para proteger su oferta interna: tras el estallido de la guerra se aplicaron 96 restricciones a exportaciones agroalimentarias (sobre cereales, azúcar, semillas, fertilizantes, etc.), lo que tuvo un impacto casi inmediato en los precios globales y afectó especialmente a consumidores de países en desarrollo. En suma, el comercio agroindustrial sigue siendo vital para la seguridad alimentaria mundial (véase más información en nuestro post: “Autonomía estratégica ampliada: concepto…”), pero ahora opera en un entorno de precios más volátiles, altos costos de insumos (fertilizantes) y medidas de urgencia que aumentan la incertidumbre ( oecd.org).
Comercio internacional en América Latina y El Caribe:
Desde el punto de vista regional, el desempeño comercial de América Latina ha sido más débil que el global. Según La CEPAL en 2023 el valor de las exportaciones regionales de bienes cayó alrededor de un 2 % respecto a 2022 (swissinfo.ch), debido sobre todo a la fuerte caída de precios de materias primas (-5 %) que no fue compensada completamente por un crecimiento del volumen exportado (+3 %). En contraste, las exportaciones de servicios (turismo, servicios digitales) crecieron ~12 % en 2023 (aún por debajo de las tasas récord de 2021–22, pero muy superiores a niveles pre-pandemia).
Las exportaciones intrarregionales se han contraído aproximadamente alrededor de 5 % en 2024, según el repositorio.cepal.org (por ejemplo, a causa de la débil demanda interna de Argentina), reduciendo el coeficiente de comercio dentro de bloques como el Mercosur. Los destinos principales de las exportaciones son China (+5 %), EE. UU. (+4 %) y otras economías asiáticas (+4 %); en contraste, se proyecta una caída en los envíos hacia los propios socios de la región (repositorio.cepal.org).
En conjunto, la demanda externa refleja la recuperación parcial de la actividad mundial, aunque la región mantiene un crecimiento económico lento (<2 % previsto en 2024), según el repositorio.cepal.org.
Es notable que América Latina y el Caribe sigue siendo la principal región exportadora neta de alimentos del mundo (swissinfo.ch). En 2022 las ventas regionales de alimentos alcanzaron un récord de US$349.000 millones, impulsadas por exportaciones de soja, maíz, trigo, carne y frutas de países sudamericanos. Sin embargo, esto contrasta con altos niveles de inseguridad alimentaria interna: en 2023 unos 41 millones de personas (6,2 % de la población regional) sufrían hambre. Ante ello, la CEPAL insiste en que el comercio internacional es crucial para la seguridad alimentaria local, pues permite importar alimentos que no pueden producirse (o sustituir temporariamente la producción local afectada) ante catástrofes climáticas o choques de oferta.
Tendencias actuales del comercio global:
Entre las principales tendencias que se observan en el comercio internacional y sus repercusiones en la agricultura se incluyen:
- Proteccionismo y aranceles elevados: A pesar de la integración previa, muchos países mantienen barreras altas. La agricultura es un sector muy protegido: las importaciones agrícolas en países en desarrollo enfrentan aranceles promedio cercanos al 20 % bajo la cláusula de “Nación Más Favorecida” (unctad.org). Esta estructura de escalada arancelaria (tasas más altas para productos terminados que para materias primas) desalienta que los países exportadores de commodities pasen a exportar bienes con mayor valor agregado (unctad.org), frenando así la industrialización de sus sectores agroindustriales.
- Fragmentación versus “reglobalización”: A raíz de tensiones geopolíticas (guerra de Ucrania, disputas comerciales EE.UU.-China, etc.), crece el debate sobre una posible fragmentación del comercio en bloques regionales. La OMC confirma que flujos entre bloques hipotéticos (por ejemplo, entre dos grandes alianzas económicas) crecen un 4–6 % más lento que flujos intra-bloque (aduananews.com), aunque aclara que el comercio global en su conjunto sigue próspero y no hay datos concluyentes de desglobalización. En respuesta, el Informe Mundial de Comercio 2023 de la OMC propone la “reglobalización”, entendida como un impulso renovado hacia la integración de más personas, economías y cuestiones ambientales en el comercio mundial. Esto implica fortalecer los vínculos comerciales y mantener abiertos mercados globales, con énfasis en la sostenibilidad y la inclusión.
- Comercio Sur–Sur limitado: El intercambio entre países en desarrollo continúa siendo comparativamente bajo y costoso. UNCTAD señala que el comercio entre América Latina y Asia Meridional soporta aranceles medios alrededor del 15 %. En general, las economías en desarrollo se comercian entre sí con mayores barreras que el comercio Norte–Sur. Esto restringe la diversificación de mercados para los agricultores de la región y la creación de cadenas de valor regionales de alimentos.
- Seguridad alimentaria y restricciones: La fuerte atención a la seguridad alimentaria global ha provocado acciones regulatorias. Muchos países han eliminado temporalmente aranceles a la importación de granos, aceite y fertilizantes para contener el alza de precios, mientras que otros han impuesto vetos a la exportación de alimentos básicos (oecd.org). Por ejemplo, a febrero de 2023 unas 27 naciones aún mantenían 68 medidas de restricción a la exportación de alimentos o fertilizantes. Esta dinámica protege la oferta local en el corto plazo pero puede agravar la volatilidad de precios y reducir la oferta mundial disponible a mediano plazo.
- Digitalización y servicios: El comercio de servicios modernos crece a ritmo alto, impulsando a la agroindustria indirectamente. Las exportaciones latinoamericanas de servicios aumentaron ~12 % en 2024 (cuarto año consecutivo en dos dígitos), lideradas por turismo y servicios digitales (swissinfo.ch). La expansión del comercio electrónico agropecuario y la cadena logística global digitalizada ofrecen oportunidades (p.ej. venta de alimentos en plataformas internacionales), aunque requieren inversiones en infraestructura digital y reglamentaciones adecuadas.
Tendencia dominante: reglobalización/regionalización y su impacto agroindustriales
Haciendo más énfasis en esta tendencia, los organismos multilaterales identifican que la tendencia dominante actual es una mezcla de regionalización del comercio y reintegración global. La OMC acuña el concepto de “reglobalización” como antídoto a la fragmentación comercial: esto implica fomentar el comercio y la cooperación internacional ampliando las cadenas globales, en una clave más inclusiva y sostenible (aduananews.com). En la práctica se observa un reacomodo hacia bloques económicos (p.ej. negociaciones ampliadas del T-MEC, énfasis en el RCEP, tratados africanos, etc.), pero también un reconocimiento de que mantener abiertos los mercados globales es vital. En este sentido, la OCDE/FAO subraya la “importancia crucial” de contar con un sistema multilateral sólido para la seguridad alimentaria mundial, ya que los vetos y barreras proteccionistas agravan la escasez y degradan la oferta futura (oecd.org).
Para el sector agroindustrial, esta tendencia dual implica nuevos retos y oportunidades. La integración renovada (reglobalización) puede abrir mercados adicionales para productores agrícolas, incentivando inversiones en tecnología y mejor infraestructura. Al mismo tiempo, la orientación hacia normas ambientales y sociales más estrictas implica que los agronegocios deben adaptarse a estándares de sostenibilidad (por ejemplo, reducción de emisiones ganaderas, etiquetado de carbono alimentario) que condicionan las exportaciones. La regionalización puede favorecer cadenas de suministro más cortas (nearshoring de alimentos), beneficiando mercados locales próximos, pero podría desplazar parte de la demanda externa tradicional. En resumen, el fenómeno de re-globalización/regionalización está modulando la agroindustria: se impulsa la diversificación y el valor agregado en las exportaciones agrícolas, pero también se intensifican las barreras (arancelarias, logísticas y normativas) que deben superar los exportadores agropecuarios (unctad.orgoecd.org. La clave para el sector será equilibrar el acceso a mercados amplios con el cumplimiento de nuevos requisitos comerciales en un mundo comercial cada vez más interdependiente y centrado en la sostenibilidad.
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