Por: Julio Foyaín
En el complejo entramado del comercio internacional, el regreso de políticas arancelarias agresivas ha marcado una nueva fase de incertidumbre. La administración Trump, primero, y ahora otros actores en la geopolítica mundial, han reactivado una lógica proteccionista que impacta de forma directa a las pequeñas y medianas empresas (pymes) exportadoras. Esta guerra arancelaria, lejos de ser un fenómeno pasajero, configura un nuevo escenario que obliga a repensar las estrategias de internacionalización. En este contexto, la diversificación de mercados no solo es una decisión acertada, sino una necesidad vital. España (ver más información en nuestro post:
¿Por qué España es el destino ideal para tu exportación o internacionalización?) y Europa, en particular, se posicionan como destinos estratégicos para las pymes de Iberoamérica que buscan estabilidad, acceso ampliado y nuevas oportunidades.
Las causas y el trasfondo de esta nueva oleada de tensiones comerciales se encuentra en un resurgimiento del nacionalismo económico y por la supremacía o dominio a nivel global del nuevo orden económico. En especial, la rivalidad estructural entre Estados Unidos y China ha cristalizado en una escalada de aranceles dirigidos a sectores estratégicos como los semiconductores, tierras raras, acero, vehículos eléctricos, productos agrícolas, entre otros. A esto se suma una creciente desconfianza hacia las cadenas de suministro globalizadas, lo cual ha motivado medidas de control y mayor rigidez aduanera, incluso entre socios comerciales tradicionales (caso de Estados Unidos y Europa).
Es evidente que el impacto es global y por tanto, impacta directa e indirectamente sobre la pyme exportadora de la región LATAM. Para las pymes latinoamericanas, los efectos se sienten en múltiples frentes (desde la perspectiva exterior): mayores costos de exportación, retrasos logísticos, menor previsibilidad en los contratos y una presión creciente por adaptarse a nuevas normativas de origen y certificación. En especial, aquellas empresas concentradas en un solo mercado directo —frecuentemente Estados Unidos—, enfrentan riesgos crecientes de volatilidad e imposición de barreras comerciales.
El nuevo orden mundial del comercio y re-localización de cadenas de suministro se está redefiniendo con la consolidación de bloques regionales más integrados y estrategias como el ‘friendshoring’ o el ‘nearshoring’ (estrategias anteriores que hemos podido confirmar en la Red ACOEXT desde la aparición del fenómeno de la pandemia del COVID 19). Esto significa una preferencia por socios comerciales considerados confiables, especialmente en tiempos de tensión geopolítica. Europa, y en particular la Unión Europea, busca establecer relaciones más estrechas con América Latina para asegurar cadenas de suministro sostenibles, trazables y estables. Proyectos como el acuerdo UE-Mercosur, o los acuerdos modernizados con México y Chile, apuntan en esta dirección.
Diversificación estratégica: una necesidad, no una opción. Diversificar mercados no implica solo aumentar ventas, sino reducir riesgos críticos. Una estrategia efectiva considera diversificación geográfica (más de un mercado destino) y sectorial (más de un sector o tipo de cliente). Esto permite absorber impactos externos y aumentar la resiliencia empresarial. Las pymes que incorporan esta visión adoptan una cultura de sostenibilidad y adaptabilidad.
En coherencia a lo anterior, me permito hacer algunas recomendaciones prácticas para la pyme exportadora:
- Evaluar la exposición en mercados únicos o pocos diversificados.
- Integrar un análisis de riesgo geopolítico en su estrategia de exportación o de internacionalización.
- Construir una propuesta de valor adaptada a las exigencias de sostenibilidad y certificación del mercado europeo.
- Trabajar con consultores especializados en el mercado europeo con sistema y métodos de trabajos prácticos, racionales y estructurados, además que puedan facilitar contactos y conocimiento del canal comercial.
Conclusión: la diversificación es supervivencia inteligente. En un escenario global marcado por la incertidumbre y la fragmentación, la internacionalización sostenible ya no es solo una alternativa: es un camino estratégico imprescindible para las pymes que buscan estabilidad y crecimiento. La guerra arancelaria nos recuerda que depender de un solo cliente, mercado o canal puede ser una debilidad crítica. España y Europa no solo ofrecen estabilidad y tamaño de mercado: ofrecen un ecosistema que reconoce y valora la propuesta de la pyme latinoamericana. El momento de actuar es ahora. Pónganse en contacto con nosotros que con gusto le escucharemos.